Hay un lugar en el mundo donde la vida transcurre de forma peculiar, donde las substancias se entremezclan mientras la vida se baraja en la quietud, a tal punto que los efectos se confunden con las causas: el baño. No diré quién es el propietario de este inodoro, no obstante habría que recordarles a los vecinos de Jesús que los papeles van en la papelera.
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