lunes, 6 de julio de 2009

DESCONFIANZA

El perrito ezquisofrénico de orejas dobladas que descubrió con placidez que detrás de él no había nadie.

sábado, 4 de julio de 2009

EL NIÑO QUE MATABA ZOMBIS

El mundo real es aburrido. En este siglo es inexcusable inventar nuevas dimensiones o mini-cosmos más atractivos; queremos experiencias subjetivas más intensas, nos urgen frenéticas actividades que colmen nuestras ansias apoteósicas. Mientras que el aburrimiento posa su escabrosa telaraña sobre el lomo de nuestra inventiva, es menester recurrir –lo antes posible- a medidas extremas para sortear su encono. Estoy hablando de la hiperrealidad, de las realidades virtuales, de entornos sintéticos, de interfaces electrónicos. Sí, ahí hay grandes y prometedoras posibilidades de fuga. Hay otras más mórbidas; patógenas, quiero decir: la neurosis, disfunciones sociales, paranoia, delirios de persecución, alucinaciones, etc. Esas también te llevan a otro trance. Ah, las drogas saben hacerlo también. Pero… he visto cosas un poco más terrenales, más de humanos, propias de homo sapiens sapiens: la estupidez.

Cine Center-Cochabamba, sala de juegos.

Está bien, lo dejaba pasar tratándose de una Wii, pero evidentemente no lo es. Quienes transitábamos por ahí veíamos con asombro –casi con miedo- cómo este entusiasta puberto daba brincos, se agachaba, gritaba y se contorsionaba escandalosamente para deshacerse a tiros de los temibles zombis que se paseaban tardos por su pantalla.

BUDA, AMIGO MÍO

Advertencia: Los comentarios de esta foto contienen cierto grado de herejía, apostasía y sacrilegio y puede que algunos credos resulten ofendidos o quizá no, es más o menos un “si vos querés”.

Este es un Buda en posición sedente (no sedante) que alza sobre su cabeza una cosa que hasta ahora reconozco. Lo encontré en una tienda de lámparas. Quizá minutos antes había sido capaz de reconocer la naturaleza inmutable del dharma y es por eso que se ríe socarronamente diciendo: "ja, ja, ja, mira cómo he alcanzado el Nirvana y estoy en un despertar espiritual y tú no". Buda es un guía espiritual* simpático. Lo hemos visto siempre exhibiendo su rolliza panza, sonriendo a pesar de ser un tipo calvo y obeso, jovial, que a falta de cabello le sobra orejas y cordialidad; siempre dispuesto a sujetar lo que sea con las manos aunque quede exhausto luego; Buda no necesita un sofá, muchos menos un trono o una ermita. Buda no te ve comer desde un cuadro, Buda no te mira quejumbroso, no hace milagros, es un tipo modestamente nor-mal. A Buda dale un porro de marihuana y te aguanta sentado todo lo que quieras.

¿Lo que estoy diciendo es humillante para los budistas?, ¿tildo de indigna a su religión? En absoluto. Tener a Buda como guía espiritual debe ser francamente de la rifurfurfaiter, es un mentor cercano, es colega, es amigo, es pata, cuate, aparceiro, yunta, chochera, brother, cumpa, carnal, friend, cuñao, es de puta madre. Ya estamos cansados de los dioses crucificados y dolientes, ¡queremos más Budas!

*Buda no es un dios, eso es un error conceptual. Es que el budismo es una religión no-teísta y esa noción de dios no existe como tal.

LO QUE LA HISTORIA NO CONTÓ

Inventar historias, hacer literatura y escribir libros nunca ha sido rentable. El asombroso literato e intelectual, mundialmente conocido, Jorge Luis Borges se vio en la necesidad de abrir un negocio familiar y vender aceite de oliva para poder subsistir. Eso la historia lo ha ignorado*. Sí, ya sé que los estudiosos de Borges deben estar cortándose los testículos con una navaja oxidada mientras leen esto, pero yo tengo la prueba irreprochable de lo que afirmo y que sus biógrafos dieron por insignificante en un arranque de ignorancia.

*Para ampliar sus conocimientos históricos, léase el inevitable best-seller “The history of hispanic literatura, except Jaime Bayly and Corín Tellado”. En el libro mencionado podrán encontrar precisiones como aquella que cuenta que Julio Cortázar vendía tucumanas durante las tardes en la Avenue des Champs-Elyséss, o que Benedetti vendía marihuana en los barrios periféricos de Montevideo y la anécdota que relata cuando Góngora y Quevedo, después de unos tragos, hicieron trío con un travesti.

INFIERNO

Ni el infierno cristiano ni el Duat de la mitología egipcia ni el Tártaro y Averno de los griegos ni el Naraka del budismo ni el Gehena judío ni el Di Yu de la mitología china ni el She’ól hebreo ni el Hades de los Testigos de Jehová ni el infierno de Dante son tan crueles e insoportables como el lugar que señala este “inocente” letrero. ¡Quien mejor pueda que se salve!

Area de niños… ¡oh, por dios santo! Esas mierdas chiquitas que corren de aquí para allá gritando, chillando o a carcajadas; esos pequeños seres malignos que transforman cualquier lugar o instante de reposo en una maldición demoníaco; esas criaturas con sus mocos, sus fétidos olores y sus “¡mamá, mamá ese me pegó!”; esos infantes heraldos de Lucifer, esos vómitos putrefactos con vida de la faringe nauseabunda de Mefistófeles con tuberculosis, esas pequeñas porciones de perfidia… sí, niños, ¡¡¡son los niños!!! ¿Cómo puede caber tanta maldad en esos trocitos de humanidad?

Pato Donald, ríete con escarnio mientras seas un dibujo en la pared. ¡Cabrón!

SOCIALISMO DE LUNES A SÁBADO

“SOCIALISMO YA!!! EVO CARACHO YA” Ahí está la clave. Nada de regímenes radicales o extremos.

Aunque -en esencia- un “socialismo moderado” no existe (quizá la Socialdemocracia o la Centro izquierda, aunque al final resultan siendo mamaditas intelectuales), pero a estas alturas qué más da. Nada de “¡Viva Evo carajo!”, “¡Evo presidente mierda!” o cosas como “¡Nacionalización hijos de puta!”, “¡Me cago en los cambas mal paridos!”… no, no, eso ya es una cerril insolencia que pretende ser libre expresión, eso está a un paso del fundamentalismo. Aprendamos de este sujeto que, con un gran sentido de la oportunidad, se sirvió de la señal de tránsito para expresar su moderado socialismo: EVO CARACHO YA. Ese “caracho” es… es, cómo lo digo… es… un orgasmo ontológico. Ese mágico “caracho” ha trascendido mis principios más fundamentales.

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que la historia de mi vida tendrá, desde hoy, dos etapas: antes del caracho y después del caracho. Para mí el origen y el fin de las cosas empiezan y acaban en el “Evo caracho ya”, no tengo ojos para otras alternativas políticas: soy orgullosamente un “social-evo-carachista”.

UNA DE LECHE Y QUESILLO

Lo he venido diciendo, lo he estado demostrando: los letreros son un sub-mundo portentoso. Ya en la vieja Roma (matriz histórica del cartelismo) se podía leer en el Arco de Séptimo Severo del Forum Magnun la famosa frase: “Manifestorum comostro tu culum letrus; y yo te mamorum comostro ciudadelis” -…o algo parecido- que significaba: Dime cómo son tus letreros y yo te diré cómo es tu ciudad.

Sólo permítanme mostrarles una minúscula, una insignificante verbigracia, prometiéndoles, por supuesto, otras que estén a la altura de este blog cutre.

Es que mira… en verdad yo ya estoy un poco cabreado con esto de los detalles, ya no hay detalles, no hay nada que descubrir, la ciudad muestra su cutre rostro sin escrúpulos. Lo hagamos rápido, porque ahora que hago esta entrada son las 3:14 de la madrugada y en verdad ya tengo sueño y mañana no quiero amanecer y toparme con esta foto nuevamente. ¡Vale!

Primero, el anuncio está escrito sobre cartones, cartones viejos, dañados; con un marcador que ya ni pinta, con una mano de pintura deplorable. Casera de la leche y los quesillos, le estoy hablando a usted: ¡¿Podría no ser tan tacaña?! Segundo, dos letreros diciendo lo mismo… ¿para qué?, ¡¿para qué, casera?! No nos lo ande repitiendo… ¿en qué anda pensando pues?, ¿a poco cree que todos sus clientes tiene Alzheimer? Tercero, caserita “quesíllo” no lleva tilde. Cuarto, ahí dice “Hay – leche”. Ahora sí, por fin algo le salió bien (como a mí me gusta), porque en realidad lo que la caserita quiso decir fue que “Hay MENOS leche”, ¡eso está bien! Eso influye al cliente, estimula la percepción del consumidor, lo presiona a la compra inmediata; porque el cliente va a pensar “ahora hay MENOS leche, quizá más tarde ya no quede nada” y entonces comprará casi con desespero. ¡Bien pensado! Quinto, insisto con la pintura del letrero de abajo. Uy, uy, uy… ahí erraste nuevamente casera. ¿Qué es eso? Las letras de la pintura chorreando que le da un efecto sanguinario, sádico, criminal y terrorífico. Estás vendiendo leche y quesillo caserita, son alimentos blancos, nobles, dignos, seculares; no estás vendiendo tripas, carne molida o corazones de humanos. A nosotros los transeúntes de la calle Venezuela nos fascina la leche, la leche es el alimento de los dioses, es nutritiva, defitivamente saludable, leche de vaca generosa es lo que todo transeúnte de calle Venezuela quisiera comprar. Sexto:


¡Mierda! Sin comentarios.

REDUNDANCIA

Cine Center, Cochabamba. Sala de proyección.

FLAMENCO TRANSGÉNICO

Homenaje a José "Tomatito" Fernández Torres*

"Atrapa la honda espesura de las melodías como quien saca a la guitarra la sangrante caricia estacionada, llegando los borbotones de arte al respetable jadeante de espasmos, como un dolor de muela en el alma." (Manuel Martín Martín, EL MUNDO. España)



Sorberá su pálido sueño a la sombra de un faro llamado Paco de Lucía y le aplaudirán más por nostalgia camaronera que por su arte; cuando lo escucho no me importa que no tenga nombre ni fecha, mientras que los gemidos melancólicos de su guitarra sigan siendo tan míos, tan nuestros, tendrá más valor connotativo que conceptual, porque es como la sabiduría de un viejo que acaba de nacer, una conciencia que despierta. Ese es Tomatito.
*No, José Fernández Torres no ha muerto... malditos oportunistas, ¡vida enterna al flamenco!

AMBICIÓN


- ¡Huau, de la rifurfurfaiter! Con todos esos controles podría controlar el mundo entero.

viernes, 3 de julio de 2009

CUERPO IMPÚDICO

Los de traje naranja (al fondo) son los del “Grupo Voluntario de Salvamentos Bolivia – S.A.R.”; el de negro (en primer plano) es un transeúnte ocioso. Pero supongamos que no es tan gandul como se muestra en la foto, supongamos que lo que está haciendo es -un poco- configurando, proyectando su futuro inmediato, ya casi reflejándose en lo que está viendo. Se imagina con el casco y el overol sintético anaranjado, se figura esperando una campana o una llamada de urgencia que active su audacia al acecho del peligro –se entusiasma y se ríe silenciosamente, sin embargo orgulloso-; se vislumbra combatiendo sin tregua contra los embates de cualquiera de los cuatro elementos de la naturaleza y expuesto a morir en su cometido. Y así, el anónimo sujeto de negro sintetiza todo lo que pasa por su cabeza a través de un porte corporal impávido y desafiante. Y ahí estoy yo, otra vez, para retener ese mágico instante donde el espacio-tiempo se funde por la energía de los sueños que se barajan con la realidad.


¿Dónde se fue? En cuestión de segundos, mientras yo revisaba la foto que había tomado, el sujeto de vestimenta negra, aspirante a bombero y ocioso transeúnte, desapareció inusitadamente. Traté, entonces, de establecer algunas hipótesis sobre la misteriosa y precipitada desaparición. Lo imaginé, por ejemplo, corriendo despavoridamente por las calles de Cochabamba al haber encontrado ab abrupto el sentido de la vida; o pensé que un nave espacial que (habiendo viajado 8 años luz) llegó a la tierra para obtener una exposición terrícola que presente patrones externos de apetito de superación personal, para experimentos inter-galácticos; también supuse que se trataba del fantasmagórico espectro de un ex miembro del S.A.R. que había muerto años atrás en un incendio y que se manifestaba esporádicamente en plan melancólico; incluso llegué a pensar que aburrido había decidido marcharse para hacer cosas suyas, pero eso ya era una hipótesis extrema, una mera exageración.


Hasta que llegué a mi casa, bajé las fotos tomadas durante esa tarde a la computadora, las revisé una por una y descubrí –con asombro- la causa de porqué el sujeto de negro (después de contemplar con interés su futuro inmediato) había huido de esa estación de bomberos sin dejar rastros evidentes. Juntos revisemos cuidadosamente la foto anterior y descubrámoslo:


Sí, señoras y señores… ¡orgía en el cuerpo de bomberos! El sujeto de negro huyó para conservar su dignidad. ¿Que estoy exagerando?, ¿que sólo son dos tipos agachados? Nooo pues, nooo, así se empieza, ¡así se empieza! Esa es la chispa que potencia el fuego de la libido de ese cuerpo (cuerpos, no… cuerpo de bomberos). Que “asistencia” y primeros auxilios, que respiración boca a boca, que cursitos k-69, que manipulación de “aparatos” peligrosos, que sustentáculo cuerpo a cuerpo… no, no, no. ¡Bomberos S.A.R.… cuerpo impúdico y cachondo! Tengan cuidado, que hay pasiones ignífugas.

DISCRIMINACIÓN SEÑALÉTICA

Esta “tofo” es vieja, ¿recuerdan la aventura de Mitch “Pichula” Buchannon? En esa misma sauna la tomé. Los bolivianos, definitivamente, ya hemos llegado a un punto extremo donde los detalles ya no nos importan, lo minúsculo es indignamente soslayado, ignoramos los pormenores. Los sintéticos símbolos gráficos de la comunicación visual también están haciendo lo suyo -y para alguien que verdaderamente delega su confianza a la percepción de los detalles sin perder el todo semiótica (olviden esto último)- estas señaléticas se convierten en falsas homologaciones. Prestemos atención.

Baño para caballeros, pero… ¿para qué tipo de caballeros? Aquí los quiero ver. Caballeros lampiños, mancos, que calcen 23 o 25, de contextura rectilínea y con preferencia que estén muy enfadados.

Pues sí, en el baño de damas también había impresas distinciones. Por ejemplo, damas que tengan el copete excesivamente pronunciado (a primera vista creí que se trataba de una dama con un gran tumor en la frente o algo así, pero promovido por el sentido común supuse que era su cabello, un copete nomás); damas que tenga el tórax de pescado o de nadador olímpico y brazos de chimpancé e imprescindiblemente que tengan un solo pie.
¡Discriminación, señoras y señores!, ¡cuántos caballeros y damas normalitos nos quedaríamos sin poder orinar o lavarnos las manos en este baño!, ¡discriminación señalética!