sábado, 4 de julio de 2009

INFIERNO

Ni el infierno cristiano ni el Duat de la mitología egipcia ni el Tártaro y Averno de los griegos ni el Naraka del budismo ni el Gehena judío ni el Di Yu de la mitología china ni el She’ól hebreo ni el Hades de los Testigos de Jehová ni el infierno de Dante son tan crueles e insoportables como el lugar que señala este “inocente” letrero. ¡Quien mejor pueda que se salve!

Area de niños… ¡oh, por dios santo! Esas mierdas chiquitas que corren de aquí para allá gritando, chillando o a carcajadas; esos pequeños seres malignos que transforman cualquier lugar o instante de reposo en una maldición demoníaco; esas criaturas con sus mocos, sus fétidos olores y sus “¡mamá, mamá ese me pegó!”; esos infantes heraldos de Lucifer, esos vómitos putrefactos con vida de la faringe nauseabunda de Mefistófeles con tuberculosis, esas pequeñas porciones de perfidia… sí, niños, ¡¡¡son los niños!!! ¿Cómo puede caber tanta maldad en esos trocitos de humanidad?

Pato Donald, ríete con escarnio mientras seas un dibujo en la pared. ¡Cabrón!

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