So pretexto del calor, Ricky y yo nos compramos un par de helados/bolos/picolé para refrescar la tarde, que por cierto hace muchísimo tiempo (desde niño) que no chupaba uno de esos, y para mi gloriosa suerte, el mío tenía ni más ni menos que una mosca. Sí, una mosca señores. (Disculpen mi difusa foto).
Sin embargo, el sobrecalentamiento global y su pronunciada ola de calor fueron más fuertes que mi endeble melindre y me lo comí todo.
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