domingo, 27 de junio de 2010

UN TAL PICHULA

Un par de personas me han preguntado: ¿y quién es ese tal Jesús Pichula que sale en tu blog? Lo mismo me he estado preguntando yo en estos últimos días: ¿quién es ese tal Jesús Pichula que sale en mi blog?

-FIN DEL POST-

FINAL ALTERNATIVO:

Jesús “Pichula” Ayala Saavedra perteneció al más grande cartel de narcotraficantes que hayan operado en Bolivia. Según se sabe, trabajó en actividades ilícitas desde que tenía 4 años y hace poco dejó de traficar con mercancía azucarera tras enterarse que el azúcar en Bolivia era sencillamente legal, desde entonces trafica libros de Carlos Cuauhtemoc.

A Pichula, como le llaman sus amigos, (“Pichu”, para sus seres más cercanos, “3.1416” para su esposa) no le corresponde los adjetivos “tardo” u “holgazán”. No. Por lo menos esos no, pero sí le van “flojo 'e mierda” o “camba inútil”. Era un joven entuciasta de 25 años cuando vino a buscar suerte a Cochabamba desde Rurrenabaque, aunque más entuciasta que joven. Al llegar y al sentirse preso de una situación económica hostil tuvo que vivir 7 meses bajo el puente Cala-Cala junto a los niños de la calle. Para no sentir hambre, Pichula inhalaba clefa y robaba carteras a viejitas indefensas que al robarlas encaraba con su famosa frase “el dinero no lo es todo, a veces… ni siquiera es suficiente” y luego corría despavoridamente con el botín.

En un intento de reformar su vida, Pichula decidió probar suerte en la universidad estatal, que por ser gratis le ofrecía ciertas oportunidades, pero abandonó la Carrera de Ontología al enterarse de que se trataba de una ciencia sobre el ser y no sobre los dientes, como pensaba él. Luego quizo estudiar Otorrinonaringología, pero también la abandonó ante la incapacidad de no poder ni memorizar ni pronunciar la palabra.

En la universidad Mayor de San Simón, agarrado a su mochila.

Lo que no imaginaba Pichula -como afirman sus biógrafos autorizados- es que su definitiva inserción a la sociedad y a la vida sana vendría de la mano con una actividad bastante ordinaria: el futbolín. Pichula se convertiría, dos años después, en un hábil jugador de futbolín, gananado, así, todas las ligas locales: el campeonato de las Alasitas, la ronda de oro en el Abierto de la calle Calama y el mítico match con Juan Carlos “Choclito” Zambrana en la puerta de la Facultad de Tecnología, a quien le arrebataría el campeonato (y también su billetera, porque Pichula había dejado de ser un vulgar clefero, pero seguía siendo un maldito cleptómano).

Juan Carlos “Choclito” Zambrana Vs. Jesús “Pichula” Ayala: el match del siglo.

Después de la fama obtenida a través del futbolín, Jesús Pichula decidió aislarse de la vorágine mediática y encerrarse en su cuarto para escribir sus memorias, que resultaría harto imposible debido a que Pichula padecía amnesia parcial. Entonces, comenzó a escribir poesía al resultarle un tanto más fácil. De esta acertada decisión resultarían sus dos obras más ilustres: “Buscando con el alma” (2004), poemario que narra la emotiva historia de un minero que al haber perdido su linterna en el socavón de una mina en Oruro, recurre a la luz de su alma para sobrevivir; y “Como por encargo” (2008), libro de sonetos que, coincidentemente, escribió por petición de un amigo suyo.

Jesús, firmando autógrafos en la puerta de la Universidad.

Tras el éxito de sus libros y urgido por la necesidad de abordar la realidad que lo engordaba de preocupaciones (literalmente), Pichula se hizo director del anuario periodístico-literario “El Peladingo” que curiosamente dejaría de circular después de que un amigo suyo, Andrés Vaca, colaborara con un poema para su segunda edición.

Empeñado en experimentar nuevas esferas artísticas, Pichula se instituiría como el más lúcido admirador del cantautor español Joaquín Sabina, a quien, desde su blog, le dedicaba extendidos elogios públicos; meses después, Sabina, a través de una nota de corte íntimo, le respondería a Pichula manifestándole lo siguiente: “Señor Jesús Pichula Ayala, joder, dejad de hablar de mí, desde que lo viene haciendo la venta de mis discos y mis libros ha disminuido”. Ayala resultaría ofendido por esa inesperada reacción de Sabina, tanto que por pura frustración se convertiría, una semana después, en el presidente del club de fans de Ricardo Arjona en Bolivia.


Con la guitarra, interpretando un fandanguillo flamenco titulado “¿Quién me ha robado el sueldo de abril?”.

La calvicie de Jesús Pichula es un punto de inflexión en su biografía; es más, no se puede hablar de Pichula sin hablar de su calvicie. Su calva es la pauta objetiva y tangible de que este Profesional del Ocio y Aficiones es un sujeto de ideas extraordinarias. Le suma puntos a su reputación intelectual, aunque esos puntos tengan que ser extraídos deshonrosamente de su sexapil.

Pichula, ante un espejo embustero que le devuelve la imagen de un tipo calvo y gordo, nada más falso.

Actualmente, nuestro sensitivo e ingenioso amigo, radica en Tarija y tiene un hermoso hijo y una fabulosa mujer, más ahora que la fidelidad sólo se ve en los equipos de sonido; de esa manera, Pichula ha sabido darle la vuelta a su vida: antes era flojo e irresponsable; ahora es irresponsable y flojo. No obstante, Jesús es amante del buen vino, de la tertulia provechosa, de los poemas, del amor, de Serrat, de García Márquez y del humor inteligente (por eso escribo esto, sé que no lo leerá). Aunque ha dejado de ir al cine es un perspicaz crítico; también ha dejado de ir a las discotecas (ahí es conocido por su infalible “¡muévelo, muévelo!”); y hace mucho que dejó de asistir a la casa de las chicas horizontales para realizar sus famosos trabajos antropológicos; de la misma forma abandonó el gusto de ir al hipódromo al ver que hasta los caballos acababan la carrera.

En la Plaza Colón, dialogando con una paloma.

No deja de parecerme sencillamente sorprendente: humilde, sensible, amigable, inteligente, respetuoso, gracioso y simpático (virtudes que, inexplicablemente, conviven en una misma oración). En fin, de Pichula sólo se escucha hablar cosas buenas, tan buenas que a veces parece como si estuviera muerto.

Jesús “Pichula” Ayala Saavedra (1982-2010 +)

2 comentarios: